jueves, 4 de febrero de 2010

creer saber

Enriqueta y Fellini son muy amigos. Ellos no son otra cosa que personajes de una historieta, y como tales generan en los lectores un mundo de fantasías. Por eso, quizás muchos puedan decir que los conocen de maravillas, que podrían predecir diálogos entre ellos, ciertos comportamientos y otras cosas. Algo similar sucede en la vida de la gente “normal” (que no es producto de acuarelas sobre el papel, para ser más precisa). Dos sujetos se conocen hace mucho tiempo, pero no se conocen tanto en realidad. A sabe cuando B cumple años, y cual es su color preferido, qué le gusta comer, que toma los domingos por las noches, que tipo de películas le fascina; conoce la mirada de picardía, y la que pone cuando hace algo que le gusta mucho; también el ruido que hace cuando busca algo, y la mueca cuando algo no le sale como quiere. B conoce mucho más cosas de A, porque es más observador y más perceptivo. Además de lo “básico” o más superficial (fecha de nacimiento, color favorito, palabras que le gustan como suenan, tipo de camisas que le apasionan, lecturas habituales, discos que no escucha, escritores a los que siempre menciona, eventos a los que va, y a los que le gusta que lo inviten y cosas semejantes) sabe cuando A quiere llorar, y cuando no lo hace solo porque siente vergüenza, sabe cuando miente y le resulta chistoso porque es muy evidente; cuando A necesita un abrazo o una perorata, B no demora en hacerlo sin ningún filtro; sabe cuando se divierte en un boliche, y cuando todo le resulta una total perdida de tiempo; sabe que A detesta “perder el tiempo” y conoce al pie de la letra la explicación teórica de ese comportamiento. Pero A y B no se conocen tanto, no se conocen ni a si mismos, ¿cómo pretender conocer al otro?!.... ¿C-Ó-M-O?


María José González

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